NUESTRO PÉSIMO SISTEMA DE SALUD
- Rafael Arias Tobias
- 12 mar 2018
- 4 Min. de lectura
El sistema de salud en Colombia tiene como uno de sus principales propósitos el bienestar del usuario, para brindarle un servicio de calidad, pertinente y oportuno. No obstante, cada vez más aumentan las quejas e inconformidades de los ciudadanos respecto a la prestación del servicio en las diferentes regiones del país.
La mayoría de colombianos que se ven afectados por el sistema de salud, son aquellos de escasos recursos, a quienes el gobierno nacional los incluye en el ‘Sisbén’, y les otorga ciertos derechos para recibir subsidios en distintas áreas sociales.
En cuanto a la salud, estas personas comúnmente adquieren atención médica en los hospitales de su población. Pero, ¿qué sucede cuando un ciudadano que hace parte del ‘Sisbén’, se traslada a otra región y por cuestiones de salud intenta obtener esa atención médica?.
He decidido investigar el tema. Aproveché que me encuentro en Santa Marta, y mi ‘Sisbén’ es de La Guajira, así que puse en marcha mi plan. Primero, fui al ‘Hospital Universitario Fernando Troconis’, haciéndome pasar por un paciente enfermo y al llegar, le pregunté a un enfermero dónde quedaba Urgencias. Él me miró y contestó a mi pregunta:
—Aquí en el hospital no hay urgencias, si estás buscando que te atiendan tienes que ir a la clínica ‘CEHOCA’, que está a la vuelta.
Quedé confundido en ese momento, salí de inmediato del hospital y fui a esa clínica. El vigilante me dejó pasar, me acerqué a ‘Admisiones’, y cuando comentaba mi supuesto caso, una de las chicas que estaba allí me interrumpió:
—¿Cuál es tu E.P.S?
—A.I.C. (Asociación Indígena del Cauca) — respondí.
—No mi amor, no te ponemos atender. Mira a ver si en la ‘Benedicto’ te aceptan con tu E.P.S. Está ahí a la vuelta”.
—¿Ni siquiera importa qué dolor tenga la persona? — pregunté, arrugando mi cara fingiendo quejarme de algún dolor.
—Lo que pasa es que no tenemos contrato con esa E.P.S. Te repito, acércate a la ‘Benedicto’, está a la vuelta.
Salí sin decirles nada, llegué a la Clínica ‘Benedicto S.A’. Allí me dijeron las mismas palabras:
—No mi amor, no te ponemos atender.
Cuando iba saliendo, me llamaron para decirme que fuera a la clínica ‘Mar Caribe’ o ‘La Castellana’.
Con un poco de enojo ante todo lo que estaba pasando, y fingiendo ser un paciente enfermo, exclamé:
—¡Qué pésimo sistema de salud!.
Las empleadas solo me miraron, y yo me quedé analizando hacia donde iría ahora. Entonces pensé en ir a la clínica ‘Mar Caribe’. Y así fue, ingresé a ella por Urgencias. Dentro, había igualmente un puesto llamado ‘Admisiones’, comenté mi situación a la empleada encargada. Ella me pidió el documento de identidad, se lo entregué, y pasados unos segundos me dice:
—Sí, aquí si podremos atenderte.
—Por fin—dije.
Ella me sonrió, me puso a firmar un documento. Luego dice que tome asiento y que espere unos minutos mientras me llaman.
Me senté en la sala de espera a eso de las 10:40 a.m., había otros pacientes, los conté, eran siete adultos. Al ver que eran pocos, pensé que me llamarían rápido, pero me equivoqué. Mi reloj ya marcaba las 11:20 a.m., a esa hora seguían entrado más personas a Urgencias. Recuerdo a un hombre que ya estaba ahí cuando llegué, y se retorcía de dolor en su silla, le escuché que sufría de apendicitis. Él estaba desesperado por ser atendido, hasta que se levantó cuando dijeron su nombre:
—Andrés Ariza, adelante, pase a una de las camillas, al fondo.
Minutos después llegó mi turno, un enfermero me indicó el consultorio donde tenía que entrar. Me sentaron en una camilla, y una joven médico me saluda, luego me pregunta:
—Cuéntame, ¿qué tienes?
—Me duele mucho para orinar, y cuando orino solo me salen unas gotitas, orino muy poco — contesté.
Ella empezó a examinarme, luego se sentó en su escritorio y empezó a escribir en el computador, sin dejar de hacerme preguntas. Momentos después, la escuché decirle a una enfermera:
—Vamos a ponerle una ‘Dipirona’ y a canalizarlo.
En ese instante me asusté, no sabía qué hacer. La enfermera me llamó y me dio un pequeño recipiente para muestra de orina.
—Debes orinar aquí para hacerte los exámenes que demoran más o menos tres horas, mientras te vamos a canalizar y te pondremos medicamentos para el dolor y eso.
No quería que me pusieran esos medicamentos, yo realmente no tenía nada, sin embargo, no podía levantar sospechas. Consideré que ya era suficiente. Había logrado hacer la investigación del pésimo sistema de salud, y ahora necesitaba librarme de los exámenes y demás.
—No, ahora no puedo, tengo un parcial de la universidad y empieza en poco tiempo. Yo estoy desde muy temprano buscando dónde podían atenderme. Espero me entiendas.
Acordé con personal médico que una vez terminara ese parcial, regresaría a la clínica. Firmé un retiro voluntario y me fui.
Con todo lo que me ocurrió, no quiero ni imaginar la travesía que pasan los ciudadanos buscando dónde ser atendidos, mientras el dolor o lo que sea que tengan va empeorando su salud. Estoy seguro que entre las más de 370 mil personas sisbenizadas en Santa Marta, hay muchas sufriendo también con la problemática.
Muy interesado en el derecho fundamental a la salud, leí la ‘Ley Estatutaria No 1751 del 16 de febrero de 2015’, que apunta que “el Estado adoptará políticas para asegurar la igualdad de trato y oportunidades en el acceso a las actividades de promoción, prevención, diagnóstico, tratamiento…”, y que a su vez, “debe adoptar políticas públicas dirigidas específicamente al mejoramiento de la salud de personas de escasos recursos, de los grupos vulnerables y de los sujetos de especial protección”.
Desearía, como todos los colombianos, que las leyes se cumplieran en su totalidad. Ese día no sentí mi derecho fundamental a la salud, terminé decepcionado e indignado por la manera en que llevan a cabo estos procesos en clínicas y hospitales. No cabe duda que la gente pobre es la que sufre más las consecuencias.
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